domingo, 5 de octubre de 2014

AVENTURAS Y SUEÑOS EN LA SÉPTIMA AVENIDA



La séptima avenida se abrió bajo mis pies, una grieta que se perdía en el horizonte. Las vías del metro se escurrían hacia el fondo de la tierra y un enorme dragón emergió del inframundo mirándome fijamente a los ojos. Escupía fuego mientras yo huía a toda prisa en dirección cartel de Coca-Cola. La grieta se hizo más grande, rodeándome, sin dejarme continuar. Estaba atrapado. Aquel bicho alado frente a mí. Creía que todo estaba perdido cuando alguien me tocó en el hombro. Un caballero de armadura y espada me protegió con su escudo del primer fogonazo y después se lanzó sin pensarlo contra la bestia. Di un salto y seguí corriendo hasta el rascacielos más cercano. Abrí la puerta. Dentro, una manada de lobos me estaba esperando. La puerta ya no se volvió a mover. Uno de ellos se abalanzó sobre mí y me arrancó el abrigo de un solo zarpazo, pero pude escabullirme por el pasillo que daba a los ascensores. Una carrera de cien metros lisos en la que ellos eran más rápidos. Iba a ser devorado pero de un destello apareció ante mí una hechicera de ojos rasgados.
­Usa las escaleras chico ­me dijo ­, no podré contenerlos mucho tiempo.
Abrí la puerta de emergencia y subí corriendo hasta la azotea mientras escuchaba aullidos de fondo.
El Cielo se había vuelto rojizo. Casi no tuve tiempo de parpadear cuando vi al dragón, ensartado por el mandoble del caballero precipitando su vuelo hacia mi edificio, el cual comenzó a venirse abajo. Yo salí despedido a causa del golpe, viajando hacia el vacio a una velocidad vertiginosa. Fue entonces cuando de mi espalda crecieron dos grandes y hermosas alas blancas que se agitaban devolviéndome la estabilidad y dándome una amplia vista de la ciudad desde el cielo. La ciudad de Nueva York en la palma de mi mano. Luces y sombras cruzando sus espadas en una vorágine de chispazos de colores. Unos destruían la ciudad a la vez que otros hacían crecer nuevos árboles a cada golpe, y yo en medio de todo observando desde las nubes.   

sábado, 2 de agosto de 2014

TARDE DE MUÑECOS



Esta tarde mi amigo Pablo me ha invitado a ir a jugar a su casa. Pablo es un chico que tiene un montón de juguetes, le encantan, sobre todo los muñecos de acción. Action Man, G.I.Joes, Tortugas ninja, Motoratones, X-Men, street sharks, star wars… ¡De todo! A mí me gusta mucho ir a su casa porque siempre lo pasamos de fábula.
La primera tarea cuando llegué fue elegir a que íbamos a jugar. Pablo prefería los Acation Man, pero yo en cambio tenía más ganas de jugar a star wars. A mi es que me encantan las películas de la guerra de las galaxias ¡son fantásticas! Las vi hace un tiempo, por casualidad. Alvaro, un amigo de mi madre las trajo un día a casa para que las viéramos  y desde entonces soy un forofo total. Pero la verdad es que Pablo ya estaba un poco arto de jugar siempre a lo mismo, porque cuando iba a su casa era raro el día que no quería jugar con los muñecos de star wars ¡pero es que los tiene todos! Han Solo, Bobba Fett, Darth Vader, Chewaka, Tiene incluso naves ¡Tiene el Alcón milenario! Me costó mucho dejarlo pasar, pero por esta vez cedí y jugamos a otra cosa, aunque no me apetecían nada los Action Man, así que recurrimos a un mezcladillo que no encanta. Cada uno se elige a su muñeco protagonista, al que va a llevar durante todo el juego, y esos serían los buenos. Luego a esos dos protas les añadimos unos compañeros y todos juntos forman un bando. Los compañeros no son tan importantes, así que pueden morir y esas cosas. Los protagonistas en cambio nunca mueren. Luego viene el turno de los malos. Como somos dos también elegimos a dos muñecos para que sean los súper-jefes villanos, así mi muñeco, al final luchará contra uno y el de Pablo contra el otro. Y luego está todo el conjunto de malos. Siempre hay más malos que buenos, porque los buenos, como todo el mundo sabe, son más fuertes y pueden luchar a la vez con varios malos.
-¡Me pido a Lobezno! –Dijo Pablo. Él siempre se lo pide, y no me extraña porque es un muñeco súper chulo.
-Vale, pues yo me pido a Cíclope, así llevamos un X-Men cada uno. Cíclope es una maravilla, fuerte, con rayos desintegradores en los ojos… y además lleva una cazadora de cuero que se le puede poner y quitar.
En medio de todo apareció en el cuarto de Pablo su abuela, preguntándonos si queríamos merendar, que en realidad no era una pregunta. Si la abuela de Pablo te preguntaba si quieres merendar, es que vas a merendar sí o sí. Fuimos a la cocina y la señora Pilar nos sacó todo el arsenal, pan, paté, queso, toda clase de fiambres… Yo siempre elijo lo mismo, jamón serrano con aceite y sal, ¡no hay bocata mejor que ese!
-¿Cuánto pan quieres? –Me preguntó, y cuando se lo señalé en la barra vi como ella no quedaba muy convencida -¿solo eso?, es muy poco.
-Es que no tengo mucha hambre –le dije. La señora Pilar hizo una marca en el pan, pero yo sabía que luego no la respetaría y el bocadillo sería tres veces más grande. Aunque le hubiera dicho que quería una barra de pan entera hubiera pensado que era poco, ella siempre añade un trozo más de pan a lo que tú elijes.
Era el momento de elegir a los malos. Fue una decisión difícil pero al final escogimos a Bison, el malo del Street fighter y a Robocop. Bison es súper fuerte, puede tirar rayos eléctricos y además se lanza volando como si fuera una flecha. Robocop lleva su pistola incorporada y además tiene una armadura intercambiable, una que está totalmente nueva y otra que perece que esté rota y estropeada, como si le hubieran disparado, para cuando ya ha peleado. Son unos muñecos fabulosos. Este Pablo tiene lo mejor de lo mejor. El siguiente paso eran el resto de malos, que siempre son los muñecos más monstruosos y feos, vamos los que tienen pinta de malos.
-Chicos, ya está la merienda -interrumpió la señora pilar abriendo la puerta de repente.
Pablo y yo fuimos a la cocina a comernos el bocata, que por supuesto era mucho más grande de lo que yo le había pedido, la verdad es que no sé por qué nos pregunta si luego siempre nos pone lo que ella quiere, aunque esta vez me vino bien porque elegir a los malos me había dado un hambre terrible. Mientras, veíamos la tele. Estaban poniendo Dragon Ball, Jo, que serie tan fantástica, Goku es cada vez más y más poderoso. Era la parte de Buu y Goku se había transformado en nivel tres, el que tiene el pelo largo pero no tiene cejas. Es un poco raro que le crezca el pelo pero que en cambio le desaparezcan las cejas.  Estuvimos ahí hasta el final del capítulo y luego volvimos a la habitación de Pablo.
Era momento de hacer las bases y crear la historia. La base de los buenos era la cama, estaban todos en círculo, como en una mesa redonda, haciendo una reunión sobre lo que estaba pasando con los malos. Robocop y Bison estaban creando una nueva arma para apoderarse del mundo. La tenían escondida en su base, que era el escritorio y una de las estanterías. Un misil súper fuerte que si explotaba destruiría un país entero. Yo prefería que fuera todo el mundo pero Pablo decía que eso era imposible
-Ningún misil es tan fuerte como para destruir el mundo entero –me decía.
-¿por qué no? –Le respondí –¿y si han juntado todos los misiles que existen en uno solo?
-Eso no puede ser, tendría que ser un misil gigantesco.
-¿Y cuál es el problema?
-Además, no pueden destruir todo el mundo, si no, ¿dónde vivirían ellos?
He de reconocer que ese último argumento me dejó fuera de juego y tuve que aceptar lo un solo país.
Por fin estaba todo preparado, malos y buenos en su sitio, lo que no es nada fácil, hay muñecos que para mantenerlos de pie te las ves canutas, hay que hacer autenticas virguerías, levantarles un brazo para hacer equilibrio, apoyarlos en una pared…
Estábamos a punto de empezar cuando escuchamos el timbre y una voz muy familiar. ¡Era mi madre, había venido a recogerme! Entre tanto decidir y montar se había hecho tardísimo. Siempre nos pasa lo mismo, gastamos toda la tarde en preparar los muñecos y luego nunca nos da tiempo a jugar. En fin, a ver si a la próxima lo conseguimos.

domingo, 11 de mayo de 2014

JUEGO LIBRE

Esta tarde hemos hecho un cambio en el cole. A última hora nos tocaba informática, pero cuando hemos bajado al aula de los ordenadores resulta que estaba ocupada. Doña Tere, la maestra de segundo estaba en la clase haciendo no se qué, y cuando fuimos a entrar nos echó una mirada de esas de “quieto paraó” y cuando Doña Tere te mira así, más te vale salir huyendo.
Volvimos a la clase con nuestro maestro el señor Joaquín. El señor Joaquín es un hombre mayor, este es su último año en el colegio, y se porta estupendamente con nosotros, nos hace juegos y nos cuenta muchos chistes, es el mejor maestro que he tenido nunca. El caso es que llegamos a clase y le dijimos que no se podía entrar en el aula de informática. Al principio a mi me daba un poco de pena, porque me encanta la clase de informática, aunque cuando descubrí lo que íbamos a hacer la pena se me pasó volando. ¡El señor Joaquín nos dijo que podíamos bajar al patio y hacer juego libre! Y claro, por mucho que me guste la informática, el juego libre es el juego libre.
Todos bajamos corriendo como borricos hacia el patio, gritando de alegría. Una maestra salió de su clase para echarnos la bronca, por todo el follón que armábamos, pero estábamos demasiado emocionados como para prestarle atención.
-¡Haced el favor de comportaros, que los demás estamos trabajando! –chillaba. Pero ninguno hicimos caso.
Nuestro recreo es el mejor del mundo, es enorme y está dividido en tres partes. Tenemos una pista para jugar al frontón, otra para jugar a fútbol, aunque también tiene canastas, lo que es un fastidio, porque si jugamos a las dos cosas a la vez, nos molestamos unos a otros y siempre acaba habiendo “bulla”. Las pistas están rodeadas por unas gradas. A veces hacemos torneos en el cole y los padres vienen a las gradas y se ponen a animar. Bueno, animar o gritar como locos, porque algunos padres se emocionan más que nosotros ¡y eso que no están jugando ellos! La última parte del recreo es un espacio con tierra y árboles. Este es el patio de los pequeños. Se ve que cuando somos muy niños a todos nos encanta revolcarnos por la arena. Al fondo de este patio, detrás de la verja hay un huerto súper grande, así que tenemos unas vistas inmejorables de naranjos y lechugas.
Bueno, la cosa es que cuando estábamos ya abajo sacamos material y nos pusimos a jugar. Casi todas las chicas se pusieron a jugar con la pelota de baloncesto, incluida Lucia que es la chica más guapa de la clase y todos vamos detrás de ella. La verdad es que no se si en realidad es tan guapa, lo que pasa es que el resto son un poco feas.
David, que es un empollón y le encanta estudiar, cogió unas cuantas pelotas diferentes y empezó a calcular cuánto botaba cada una. Las dejaba caer, medía la altura del bote con una regla y apuntaba los resultados en una libreta. Este David está “pallá” ¡quién se baja una libreta al patio el día de juego libre! Está claro que cada uno se divierte a su manera, pero ¿enserio? ¿Apuntar resultados en una libreta? En fin es David, preferimos eso a que venga a darnos la murga con sus lecciones sobre la salud a la hora de hacer deporte.
Otros cuantos, entre ellos yo cogimos un balón y nos pusimos a jugar a fútbol, y el resto sacaron una pelota gigante de esas de plástico para lanzarla por los aires y botar sentados en ella.
Para el partido, se echaron Adri, que es el mejor jugador de la clase, no solo en fútbol, si no en cualquier deporte, es un hacha el tío. Y Miguel. La verdad es que cuando juega Miguel es una tontería echarse, porque hay que dejarle ganar. Si pierde se enfada y como su padre es policía nos dice que nos va a arrestar a todos. Yo no sé si los niños podemos ir a la cárcel, pero es mejor no arriesgarse y hacer lo que dice. Como el equipo de Miguel se pidió ser España nosotros elegimos a Brasil, y puesto que a mi me tocó toda la banda izquierda me pedí ser Roberto Carlos, pero el del Madrid, cuando era joven. Yo no lo he visto jugar, pero mi padre habla mucho de él, así que supongo que sería bueno.
Después de un buen rato de juego, seguíamos con un disputadísimo cero a cero, cuando me encontré con un balón perfecto en la frontal del área. Todos gritaban –¡Tira, tira! Cogí toda la fuerza que había en mí para chutar la pelota, pero entonces, Andrés, que es más bruto que un arao me hizo una entrada que ni De Jong a Xabi Alonso en la final del mundial. Me arreó semejante patada en la espinilla que se me quitaron todas las ganas de seguir jugando. Por supuesto empecé a llorar como un descosido y me fui al recreo de los pequeños, donde la tierra, me senté debajo de un árbol y estuve allí hasta que se me pasó el dolor.
A mi lado estaban  Juan, Iván y Raquel jugando con la pelota gigante, dándole patadas para hacerla volar lo más alto posible. Parecían estar pasándoselo pipa así que decidí unirme a ellos. Como no podía ser de otra forma, Juan combinaba los patadones  con unos quicos que tenía escondidos en el bolsillo. Es que Juan siempre está comiendo, pero lo curioso es que nunca engorda, nadie lo entendemos, pero así es. No hay día que no lleve algo de picar en la mochila o la chaqueta. Unas galletas, pipas, chuches… de todo ¡hasta unas aceitunas le vimos un día en una bolsita! Solo Juan podría traerse aceitunas al cole.
El caso es que en uno de los intentos por traspasar la atmósfera la pelota se quedó encajada entre dos ramas de un árbol. No sé cómo lo hacíamos, pero casi siempre que jugábamos con una pelota se nos encalaba en un árbol. Aunque como ya estamos acostumbrados tenemos una técnica secreta para solucionarlo. Cogemos una zapatilla y la lanzamos con todas nuestras fuerzas hacia la pelota. No es que sea muy sofisticada pero nos da resultado. Esta vez le tocó descalzarse a Iván. Iván es un compañero que, cómo decirlo…  el señor Joaquín nos ha enseñado a decir que tiene un problema, o que es especial, pero vamos, para que se me entienda, que no tiene muchas luces. Al principio a Iván no le hizo mucha gracia, porque lucia unas esplendidas Nike que le habían regalado esa misma semana
-Si te ha tocado, te ha tocado –le decía Juan -, así es la suerte.
El argumento no parecía convencerle demasiado, pero no podía hacer otra cosa más que aguantarse, le había tocado y eso era sagrado.
Juan era el encargado de tirar la zapatilla, pues era el que más fuerza tenía de los cuatro. Se preparó, apuntó con la mirada ¡y lanzó! Ninguno nos esperábamos lo que pasó a continuación. La zapatilla ni siquiera rozó la pelota, pasó entre las ramas y con un vuelo perfecto siguió subiendo hasta cruzar la verja del colegio y caer en los huertos de enfrente, a la sombra de un naranjo. Todos nos quedamos boquiabiertos, bueno, todos menos Raquel que se echó a reír. Iván empezó a llorar y se fue corriendo a decírselo al señor Joaquín, que decidió que lo mejor era que Juan y yo fuéramos al huerto en busca de la zapatilla voladora.
Solo tuvimos que dar un pequeño rodeo al colegio y ya teníamos la zapatilla en nuestras manos. Juan iba a lanzarla de nuevo, pero yo le dije que no, que ya había lanzado mal antes y que ahora me tocaba a mí. Cogí la zapatilla y la tiré, esperando solucionarlo todo y calmar La plorera de Iván. Solo hubo un problema, yo no tengo tanta fuerza como Juan, así que me quedé corto, le di a la verja, con tanta mala pata que la pobre Nike rebotó y fue a caer dentro de la acequia del huerto y la corriente de agua se la tragó en la tubería. ¡En qué momento le dije nada a Juan! Tendría que haber dejado que lanzara él. Iván se puso a llorar aún más fuerte y Raquel No podía parar de reírse.
-¡Cállate, cállate! –le gritaba Iván -¡Qué te calles he dicho!
También es mala suerte, dos lanzamientos fallidos en una sola tarde, ¿Quién podía imaginárselo?
Cuando todo parecía perdido vimos como la zapatilla salía flotando al otro lado de la tubería, así que salimos escupidos a por ella.
Justo antes de que sonara la sirena de las cinco, para irnos a casa, estábamos de vuelta en el patio con la zapatilla intacta. Chopada, pero intacta.
Iván estaba rojo como un tomate, se podía ver la rabia en sus ojos.
-¡Estoy muy enfadado! –repetía una y otra vez. Nos quitó la zapatilla se la puso a regañadientes y se fue a casa, mientras los demás no podíamos parar de reír.

El señor Joaquín nos regaño por lo ocurrido, pero había algo raro en su cara. Yo creo que por dentro él también se estaba riendo.

domingo, 2 de marzo de 2014

BLUE ZONE




1. EXTERIOR. PUERTA DEL BANCO. POR LA MAÑANA.
El día es soleado, hay gente que entra y sale del banco. EQUIPO I está esperando en la puerta. Mira su reloj y llama por teléfono.
EQUIPO I
(Serio y concentrado)
Equipo I listo para el atraco, ¿Equipo II?

2. INTERIOR. BANCO. POR LA MAÑANA.
El banco está abarrotado. EQUIPO II  está sentado en un banco, con el teléfono en la oreja.
EQUIPO II
(Serio y concentrado)
Equipo II preparado, estoy dentro del banco ¿Equipo III?

3. INTERIOR. COCHE (DETENIDO). POR LA MAÑANA.
EQUIPO III está en el asiento del conductor, no hay nadie más en el coche. Tiene el móvil en la oreja.
EQUIPO III
(Serio y concentrado)
Equipo III preparado, coche de huida listo ¿Equipo IV? (Pausa) ¿Equipo IV?

4. INTERIOR. COCHE (EN MARCHA). POR LA MAÑANA
CABRA ZULÚ va al volante y CHEWAKA está en el asiento del copiloto. Les vemos un tanto desesperado, nerviosos y cabreados. Van dando vueltas por la ciudad buscando aparcamiento. La ventanilla del conductor está bajada.
CABRA ZULÚ
¡Me cago en todo lo cagable! ¡Odio este puto pueblo!
CHEWAKA
¿En serio tío, en serio? ¿Ni un jodido sitio?
 CABRA ZULÚ
Te lo digo de verdad, odio este pueblo, nunca hay sitio para aparcar ¡Odio este puto pueblo!
CHEWAKA
Llevamos ya veinte minutos dando vueltas. Estábamos aquí a la hora acordada, pero ahora ya llegamos tarde ¡y ni un maldito sitio! ¿En la zona azul?
CABRA ZULÚ
¿Zona azul? ¿Tú llevas algo suelto? Porque yo tengo doce céntimos ¡Doce putos céntimos!
CHEWAKA
Pues yo no tengo nada, nunca traigo la cartera a los atracos.
CABRA ZULÚ
Claro, es que para aparcar en la zona azul necesito el dinero del banco, pero para conseguir el dinero del banco necesito aparcar en la zona azul
CHEWAKA
¡Mira! Ahí enfrente hay un sitio, rápido da la vuelta a la rotonda y déjalo allí.
Dan la vuelta a una rotonda. Cuando llegan al sitio ya hay alguien aparcando.
CABRA ZULÚ
¡No, no joder no!
CHEWAKA
Maldita y jodida roba sitios hija de puta
CABRA ZULÚ
¡Hija de puta!
Suena un móvil y CABRA ZULÚ contesta.
CABRA ZULÚ
¿Qué?
EQUIPO I
¿Dónde coño estáis?
CABRA ZULÚ
¿Qué dónde estamos? ¿Qué dónde estamos?
CHEWAKA
(Intentando coger el móvil)
¿Qué dice?
CABRÁ ZULÚ
Quita
CHEWAKA
Dame, dame.
CABRA ZULÚ
Quita hombre, quita. Maldita sea Equipo I, estamos intentando aparcar.
EQUIPO I
¿Habéis probado en la Morería?
CABRA ZULÚ
¡Oh gracias Equipo I, muchas gracias, llevamos media hora dando vueltas pero no se nos ha ocurrido mirar en la plaza que hay justo al lado del puto banco!
 EQUIPO I
Está bien, está bien, tranquilo, pero daros prisa o tendremos que hacerlo sin vosotros.
CABRA ZULÚ cuelga el móvil.
CHEWAKA
Esto es imposible, en este pueblo hay demasiados coches.
CABRA ZULÚ
Estoy seguro de que aunque la mitad de la población jubilara sus coches seguiría sin haber sitio.
CHEWAKA
Deberían hacer un maldito estudio antes de ponerse a vender coches como locos. Que cuenten los sitios que hay en la ciudad y cuando el cupo esté cubierto que dejen de vender.
CABRA ZULÚ
Estoy arto, no puedo más, voy a aparcar en la zona azul.
CHEWAKA
¿Y cómo piensas pagarla?
CABRA ZULÚ
Le pediremos suelto a algún buen samaritano. (Señalando) ¿Aquí me cabe?
CHEWAKA
Si
CABRA ZULÚ
¿Seguro? Parece un poco estrecho
CHEWAKA
Estoy seguro de que te cabe
CABRA ZULÚ
No quiero rayarlo
CHEWAKA
Calla y aparca de una vez.
CABRA ZULÚ comienza a aparcar
CABRA ZULÚ
Lo he metido mal
CHEWAKA
Tienes que girar más
CABRA ZULÚ
¿Así?
CHEWAKA
No hombre, pero primero saca el morro
CABRA ZULÚ
¿Para qué?
CHEWAKA
Tú hazme caso
CABRA ZULÚ
Vale, ¿y ahora qué hago?
CHEWAKA
Gira todo (Pausa) ¡Pero hacia el otro lado!
CABRA ZULÚ
No me agobies
CHEWAKA
Vale, ahora un poco más atrás, un poco más
Le dan un golpe al coche de atrás
CHEWAKA
Pero no tanto hombre

5. EXTERIOR. PLAZA DE LA MORERÍA. POR LA MAÑANA.
Una SEÑORA cruza la plaza. CABRA ZULÚ y  CHEWAKA  van vestidos con pasamontañas, mochilas y armas. Se acercan a la SEÑORA.
CABRA ZULÚ
¿Señora tiene algo suelto para la zona azul?
CHEWAKA
Por favor, es muy importante
SEÑORA
(Empieza a gritar claramente asustada)
¡No por favor, no me hagáis daño! Os daré lo que queráis pero no me hagáis daño.
CABRA ZULÚ
Solo necesitamos algo suelto
SEÑORA
¡Tomad la cartera, pero dejadme ir!
La SEÑORA lanza su cartera y sale corriendo. La cartera impacta en el ojo de CABRA ZULÚ.

6. EXTERIOR. PARQUÍMETRO. POR LA MAÑANA.
CABRA ZULÚ y CHEWAKA están frente al parquímetro, mirando de un lado a otro y con un montón de monedas en la mano.
CHEWAKA
Rápido, rápido, o nos pondrán una multa, antes me ha parecido ver a la controladora.
CABRA ZULÚ
¿Cuánto le pongo? El mínimo son veinte céntimos, nos da para veinte minutos.
CHEWAKA
Ponle más, con eso no nos dará tiempo.
CABRA ZULÚ
¿Vamos a estar más de veinte minutos para atracar un banco?
CHEWAKA
Entre amenazar a los clientes, abrir la caja y coger todo el dinero, veinte minutos se queda corto.
CABRA ZULÚ
De acuerdo, de acuerdo ¿y cuánto le meto?
CHEWAKA
Ponle el máximo
  CABRA ZULÚ
No pienso ponerle el máximo, con eso nos va a sobrar mucho tiempo, es tirar el dinero.
CHEWAKA
No seas rata, ponle el máximo y nos curamos en salud.
Meten el dinero en la máquina y recogen el ticket. La CONTROLADORA se acerca al coche con intención de ponerles una multa. CABRA ZULÚ sale corriendo con el ticket en la mano y se lanza para ponerlo en el parabrisas del coche. Cuando cae al suelo se da cuenta de que se ha equivocado de coche y de que la CONTROLADORA ya les ha puesto la multa.

7. EXTERIOR. PUERTA DEL BANCO. POR LA MAÑANA.
CABRA ZULÚ y CHEWAKA  llegan a la puerta del banco, en ese momento un coche sale a toda velocidad, dentro van EQUIPO I, EQUIPO II y EQUIPO III.
CHEWAKA
¿Pero qué coño?
CABRA ZULÚ
¿Me estás tocando lo huevos?
Escuchamos sirenas de la policía.
CABRA ZULÚ
Rápido, volvamos al coche.

8. EXTERIOR. PUERTA DEL COCHE. POR LA MAÑANA.
CABRA ZULÚ y CHEWAKA  llegan corriendo al coche. CABRA ZULÚ busca las llaves entre sus bolsillos.
CABRA ZULÚ
Te dije que no hacía falta ponerle tanto al parquímetro.
CHEWAKA
No seas pelma y abre la puerta
CABRA ZULÚ
¡Oh, mierda!
CHEWAKA
¿Qué pasa ahora?
CABRA ZULÚ
Mira.
CABRA ZULÚ y CHEWAKA  miran por la ventanilla y ven que las llaves están dentro del coche. Se miran girando la cabeza y miran de nuevo al frente.

FUNDIDO A NEGRO MIENTRAS SE ESCUCHAN LAS SIRENAS DE LA POLICIA CADA VEZ MÁS CERCA.